Startups latinoamericanas que están redefiniendo el sector fintech con soluciones disruptivas

Startups latinoamericanas que están redefiniendo el sector fintech con soluciones disruptivas

La revolución fintech ya no es exclusiva de Silicon Valley, Londres o Singapur. En los últimos años, América Latina ha emergido como un terreno fértil para la innovación financiera, desafiando antiguos paradigmas y ofreciendo soluciones adaptadas a realidades locales. En este ecosistema efervescente, varias startups latinoamericanas están no solo compitiendo con gigantes globales, sino liderando con propuestas genuinamente disruptivas.

Ante retos estructurales como la sub-bancarización, la informalidad económica y la volatilidad cambiaria, estas empresas están transformando accesos, procesos y experiencias financieras con una agilidad que pocas corporaciones tradicionales pueden igualar. Aquí analizamos algunas de las iniciativas más prometedoras, su impacto concreto y las tensiones que generan dentro del ecosistema.

Nu (Brasil): Democratizando la banca desde el móvil

Sería imposible hablar del panorama fintech latinoamericano sin mencionar a Nubank. Fundada en São Paulo en 2013, esta empresa se ha convertido en el banco digital independiente más grande del mundo fuera de Asia, con más de 85 millones de usuarios en Brasil, México y Colombia. Su receta: cero comisiones, una interfaz intuitiva y un discurso centrado en el empoderamiento financiero.

Pero ¿qué hay detrás del éxito de Nu? Más allá del diseño atractivo de su app, su verdadero golpe de timón fue enfrentar de manera frontal las barreras de entrada al sistema financiero tradicional: papeleo excesivo, requisitos poco inclusivos y atención al cliente opaca. Su sistema de scoring interno permite ofrecer tarjetas y productos de crédito incluso a perfiles tradicionalmente excluidos, gracias al uso de algoritmos de comportamiento y modelos de riesgo adaptativos.

Sin embargo, su crecimiento también plantea interrogantes sobre sostenibilidad. ¿Puede una estrategia basada en crecimiento a gran escala mantener márgenes saludables a largo plazo en un contexto macroeconómico tan volátil como el latinoamericano?

Kavak (México): Financiación inteligente de autos usados

Aunque no encaja inmediatamente en la categoría “financiera”, Kavak representa una disrupción significativa en el uso del crédito para bienes de consumo esenciales. La compañía mexicana, hoy valorada en más de 8 mil millones USD, ha rediseñado la experiencia de compra y venta de autos usados mediante una plataforma que ofrece financiación directa respaldada por inteligencia artificial.

Lo innovador es su capacidad de evaluar vehículos, perfilar riesgos crediticios y cerrar operaciones en tiempo récord, todo desde el móvil. En regiones donde los préstamos para vehículos son escasos o usureros, esta flexibilidad ha abierto nuevas oportunidades de movilidad y trabajo (particularmente para conductores de apps tipo Uber o Rappi).

Aun así, no está exenta de críticas. La opacidad en los contratos y la presión para firmar financiamientos express ha despertado alertas entre consumidores y reguladores. Un recordatorio de que la disrupción no debe ir reñida con la ética comercial.

Ualá (Argentina): La guerra contra el efectivo

En un país históricamente marcado por la inflación y la desconfianza hacia los bancos, Ualá ha conseguido algo que parecía imposible: motivar a millones de argentinos a digitalizar sus finanzas. Fundada por Pierpaolo Barbieri en 2017, la plataforma ofrece una tarjeta prepaga Mastercard sin costos de mantenimiento, asociada a una aplicación móvil donde el usuario puede pagar servicios, enviar dinero, pedir préstamos o invertir en fondos.

Más allá de los servicios, su gran virtud ha sido poner el control en manos del usuario. Ualá no exige bancarización previa ni historial crediticio, haciendo viable el acceso financiero a segmentos marginados, como jóvenes, trabajadores informales y migrantes. A 2024, cuenta con más de 5 millones de usuarios, y ya opera también en México y Colombia.

Su modelo, sin embargo, depende del escalado y del aprovechamiento de datos de comportamiento, lo que abre el debate sobre privacidad financiera. ¿Qué fronteras éticas no deberían traspasarse en nombre de la inclusión? Una pregunta aún pendiente de respuesta en el sector.

Pomelo (Argentina): Infraestructura fintech como servicio

Mientras muchas startups se centran en el consumidor final, Pomelo va por otro carril. Esta empresa argentina fundada en 2021 provee infraestructura tecnológica para que otras compañías —no necesariamente financieras— puedan emitir tarjetas, abrir cuentas digitales y lanzar productos bancarios en cuestión de semanas.

En esencia, Pomelo es el “Stripe” latinoamericano de los servicios financieros. Su plataforma modular y API-first permite integrar funciones financieras con rapidez, reduciendo la dependencia de bancos tradicionales y facilitando el nacimiento de nuevos jugadores. Desde supermercados que ofrecen crédito hasta plataformas de e-commerce con wallets propias, su impacto estructural está en habilitar un ecosistema más ágil y competitivo.

El riesgo: la sobreproliferación de productos financieros de baja regulación y difícil fiscalización, especialmente en manos de empresas cuya core no es el sector financiero. La facilidad tecnológica no debe suplantar el cumplimiento normativo ni la transparencia.

Mercado Pago (Argentina): De wallet a ecosistema financiero

Spin-off del gigante de e-commerce Mercado Libre, Mercado Pago ha sabido evolucionar de una simple solución de pagos móviles a una plataforma financiera integral. Hoy, sus usuarios pueden ahorrar en instrumentos de inversión, pagar servicios, recibir préstamos y operar códigos QR en miles de comercios. En Brasil, donde la digitalización fue más rápida durante la pandemia, más del 30% de las transacciones de Mercado Pago ya se realizan fuera de su ecosistema inicial.

Esta transformación tiene un efecto multiplicador: permite formalizar pequeñas economías, crear historial crediticio y reducir el uso del efectivo. De hecho, según datos del BID, en países con alta penetración de Mercado Pago, la tasa de bancarización creció hasta 10% en sectores rurales y semiurbanos.

Ahora bien, la acumulación de tantos servicios bajo un solo actor también preocupa a analistas por la concentración de poder en el ecosistema digital. La pregunta es válida: ¿cómo garantizar una competencia sana cuando el unicornio más grande del continente actúa simultáneamente como proveedor, regulador informal e intermediario?

Wink (Perú): Microcréditos sin burocracia

En contextos donde el crédito tradicional es inaccesible y la banca está distante —literal y simbólicamente—, el enfoque de Wink resulta tanto audaz como necesario. Esta startup peruana otorga microcréditos a través de una aplicación móvil, con montos que van desde $20 USD hasta $300 USD, pensados para resolver emergencias cotidianas o inyectar liquidez a pequeños emprendimientos.

Su tecnología basada en machine learning evalúa patrones de uso del dispositivo, historial de pagos móviles y redes sociales para construir perfiles de riesgo dinámicos. Esto permite tomar decisiones crediticias en minutos, sin necesidad de historial bancario.

No obstante, el modelo requiere vigilancia. La falta de regulación sobre scoring predictivo y la eventual dependencia de créditos rápidos pueden generar trampas de sobreendeudamiento, especialmente en sectores más vulnerables.

Ética, escalabilidad y el futuro de la disrupción fintech

Lo fascinante del ecosistema fintech latinoamericano no es solo su diversidad, sino su creatividad estructural. A diferencia de otras regiones, aquí las startups no compiten mejorando productos; compiten resolviendo problemas profundamente arraigados.

Desde el acceso hasta la experiencia, desde la infraestructura hasta la educación financiera, estas empresas están empujando los límites de lo que considerábamos posible en la región. Pero con la innovación viene la responsabilidad. La escalabilidad no puede justificar la negligencia regulatoria. La inclusión financiera no puede convertirse en una excusa para explotar datos sin consentimiento o fomentar dinámicas de deuda.

Ante la próxima ola de consolidaciones, regulaciones y nuevas fusiones entre sectores —como el avance de AI en scoring o el cruce entre e-commerce y finanzas—, habrá que estar vigilantes. ¿Quién se beneficia? ¿Qué se sacrifica en nombre de la innovación? ¿Y estamos realmente construyendo un sistema financiero más justo, o solo uno más eficiente?

Las respuestas no son simples, pero lo que es evidente es que la región ya no es un espectador en la transformación fintech global. Hoy, América Latina está escribiendo sus propias reglas.