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Industry 5.0: tecnologías centradas en el ser humano para una industria más sostenible

Industry 5.0: tecnologías centradas en el ser humano para una industria más sostenible

Industry 5.0: tecnologías centradas en el ser humano para una industria más sostenible

La cuarta revolución industrial nos prometió fábricas inteligentes, conectadas y eficientes, pero también nos dejó ante una paradoja: en medio de tanta automatización, ¿dónde queda el ser humano? Industry 5.0, o Industria 5.0, entra precisamente como respuesta a esa pregunta. No como sustitución de Industry 4.0, sino como una evolución que reconoce que la tecnología debe estar al servicio de las personas, y no al revés.

Más allá de la automatización: el retorno de lo humano

Durante años, el discurso dominante ha sido el de la eficiencia: más producción, menos errores, mayor velocidad. Robots colaborativos, IoT industrial (IIoT), inteligencia artificial aplicada a la logística… Todo enfocado en la excelencia operativa.

Industry 5.0 no reniega de estos avances, pero los enmarca dentro de un nuevo paradigma donde tres ejes cobran protagonismo:

No se trata simplemente de trabajar con máquinas inteligentes, sino de trabajar con ellas de forma inteligente.

Tecnologías habilitadoras: ¿cómo se construye la Industria 5.0?

Industry 5.0 no surge por arte de magia. Se apoya en un conjunto de tecnologías emergentes, muchas ya presentes en entornos industriales, pero que ahora se articulan con un propósito distinto: empoderar a las personas mientras se maximizan los beneficios colectivos. Estas son algunas de las piezas clave:

Estas tecnologías están alineadas con la idea de que una industria inteligente no es solo una industria automatizada, sino una que distribuye el conocimiento, devuelve el control al trabajador y construye valor en comunidad.

Personas + máquinas: una simbiosis con propósito

Uno de los ejemplos más ilustrativos de esta filosofía lo encontramos en BMW. En sus fábricas de Dingolfing (Alemania), los operarios trabajan codo a codo con cobots que ayudan a levantar piezas pesadas o realizar tareas repetitivas. Las decisiones no se toman exclusivamente en la cadena de mando o en un algoritmo central, sino que se nutren de la experiencia de los trabajadores de planta.

En ese sentido, la Industria 5.0 implica revalorizar saberes humanos que habíamos subestimado: intuición, experiencia táctica, empatía, creatividad. Lejos de ver al operario como una “variable de error”, se convierte en un nodo fundamental del sistema.

Esto no sólo tiene implicaciones productivas. También es determinante en términos de salud mental y bienestar. Según un estudio de la Comisión Europea (Horizon Europe), las fábricas que integran enfoques centrados en el trabajador reportan menores tasas de rotación, menor absentismo y mayor compromiso organizacional.

Industria más verde por diseño, no por estrategia de marketing

Uno de los grandes aportes de Industry 5.0 es que hace de la sostenibilidad una condición estructural. No se trata simplemente de compensar huellas de carbono con árboles, sino de rediseñar procesos para que el impacto ambiental negativo sea mínimo desde el inicio.

¿Ejemplos concretos? La empresa Schneider Electric implementa analítica predictiva en sus sistemas de suministro energético para evitar picos de consumo innecesarios. Otra firma, Fairphone, apuesta por smartphones modulares, diseñados para ser reparados y actualizados en lugar de reemplazados. Esta lógica coincide con el principio de la economía circular, que es uno de los pilares operativos de la Industria 5.0.

En este contexto, el Green Deal europeo y sus exigencias regulatorias se convierten en catalizadores claros para empujar a las compañías a repensar su modelo productivo. Lo interesante es que Industry 5.0 no responde solo a la presión normativa: propone un marco en el que producir con el planeta en mente no es un sacrificio, sino una ventaja competitiva.

Más allá de las fábricas: impacto social y territorial

La Industria 5.0 no se queda encerrada en naves industriales. Su propuesta tiene implicaciones socioeconómicas más amplias. Por ejemplo, favorece modelos de producción descentralizados, lo que puede contribuir a revitalizar zonas rurales o secundarias, al permitir plantas más pequeñas, hiperpersonalizadas y conectadas con redes locales de valor.

Además, al priorizar el desarrollo de competencias humanas, se reconfiguran las exigencias de formación. En lugar de carreras exclusivamente técnicas, toma fuerza la necesidad de habilidades interdisciplinares: pensamiento crítico, alfabetización digital, visión sistémica. Una oportunidad para repensar desde los programas universitarios hasta la formación profesional dual.

Y aquí es donde aparece una pregunta inevitable: ¿estamos preparados?

Desafíos y líneas de tensión reales

No todo es optimismo. Industry 5.0 plantea desafíos concretos que no deben ser ignorados. Entre ellos:

Aquí es donde los gobiernos, instituciones educativas y empresas deben confluir. La industria del futuro no se construirá con parches, sino con visión sistémica.

¿Una utopía industrial realista?

Industry 5.0 no es una teoría futura ni una estrategia de marketing disfrazada. Es un horizonte que ya toma forma en múltiples sectores: desde la salud personalizada hasta la fabricación de componentes aeroespaciales bajo demanda.

La pregunta que tenemos que hacernos no es “¿cuándo llegará la Industria 5.0?”, sino “¿cómo estamos preparándonos para que tenga sentido?”

Porque si bien la adopción tecnológica es crucial, más importante aún es que esa adopción sea deliberada, transparente y centrada en mejorar nuestras condiciones de vida. En definitiva, se trata de recuperar algo que parece olvidado en muchas transformaciones digitales: la dignidad del trabajo, y con ella, la posibilidad de una innovación verdaderamente humana.

El reto está servido. La tecnología ya está aquí. La voluntad política y empresarial… está en veremos.

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